Normalmente, cuando hablamos de un tema de emprendedurismo, nos enfocamos en empresas de servicios tradicional eso acerca de productos que les faltan a las personas y requieren para solventar su necesidad. Sin embargo, nos hallamos frente a un caso muy diferente. Hace 14 años un músico de Costa Rica tuvo la idea de conformar su propia empresa, con la condición de que le diera emoción y alegría a las personas: la Orquesta Filarmónica de Costa Rica. Esta, mes tras mes logra llenar todos sus conciertos y hasta el día de hoy tiene el privilegio de afirmar que no han recibido un solo comentario negativo.
Marvin Araya es el director y genio detrás de la Filarmónica, se roba el corazón de los espectadores por su gran carisma, sentido del humor, naturalidad y humildad, misma con la que nos recibió. Desde muy joven, ingresó a la Orquesta Sinfónica Juvenil, donde se apasionó por el clarinete y es el clarinetista principal, el más importante del país, con la Orquesta Sinfónica Nacional, desde 1980; además es el director de la Sinfónica Juvenil.“Yo quiero hacer la Orquesta para hacer feliz a la gente a través de la música”, señala Araya y agrega que, con este propósito, nació la Orquesta Filarmónica de Costa Rica.
Su incursión en la música se dio gracias a una confusión de regalos en una navidad, cuando Araya tenía siete años: “Yo le pedí a Santa una bicicleta azul, para Navidad. Cuando llegó el momento, mi papá preocupado porque yo no me desilusionara, le pidió a un amigo que fuera a dejar los regalos a la casa. Salimos en la noche donde mi abuelita, yo pasé viendo a mis papás toda la noche para ver si alguno se iba y no, pasaron toda la noche ahí. Cuando regresamos, casi a la una de la mañana, estaban las luces encendidas y me pareció raro. Entré a la casa, el arbolito estaba encendido y había una pianica, una melódica azul, debajo del árbol. Mi papá entró buscando la bicicleta, que le había costado muy caro, pero no la halló. Yo me tiré a ver la pianica, que decía “Para Marvincito de Santa”. Cogí ese instrumento musical, que no sabía qué era, porque nunca había tenido uno, y me enamoré. Empecé a tocar y mi papá se me acercó y me dijo “Papito, algún chiquito pidió eso y Santa se equivocó, la bicicleta suya debe traerla ahora después”. Yo me enteré de esta historia a los 18 años,cuando le pregunté por qué me había regalado eso y me contaron la historia de cómo pasó”, recordó Araya entre sonrisas.
Ese instrumento fue la puerta para un mundo que estaba por descubrir y le apasionaría tanto que iba a dedicar su vida entera a ella: la música.“Con la pianica me transformé en una persona que hacía cosas interesantes, era como darme una oportunidad de comunicarme”, expresó Araya.
Con solo ocho años inició en la Sinfónica Juvenil, por “accidente”, según cuenta Araya pues, por escuchar una conversación de dos muchachos,escogió el instrumento que sería su compañero inseparable. Él recordó: “Yo iba camino a la audición,uno de los muchachos iba hablando de que su clarinete estaba malo. Cuando entro, lo primero que me pregunta Gerald Brown, el entonces director de la Sinfónica Juvenil, es ¿qué quiere tocar? Yo le dije que clarinete; aunque no sabía qué era. ¿Qué quiero decir con esto?, que la oportunidad puede nacer en cualquier lugar, para cualquier persona, lo que necesitan es dársela. Yo empecé por accidente. Toqué en la escuela, porque una directora me dio la oportunidad. Años después, la vi yendo a mis conciertos,de noventa años y, orgullosa de mí. Mi tío Orlando fue otro que intervino, pues fue quien me llevó a las clases de música en la Juvenil. Soy quien soy, gracias a muchas personas que, sin ponérselo como meta, simplemente me facilitaron las cosas y la música fue un puente, fue un medio para hacerlo”.
Gerald Brown se va de Costa Rica, en el año ochenta y como consecuencia, se deshizo la Sinfónica Juvenil. Años más tarde se hizo un concurso para nombrar al nuevo Director y lo ganó Marvin Araya. “De tal manera que, aquel día que Gerald Brown me preguntó qué quería estudiar, conoció al que iba a ser su sucesor y soy el único que ha habido, y aquel día que un muchacho le comentó al otro que el clarinete estaba malo, hizo que yo escogiera ese instrumento, y hoy soy el primer clarinete de este país, en la Sinfónica Nacional”, comentó el Director de la Filarmónica.
Democratizar la música:
A sus 14 años, Araya tomó la decisión de dedicarse a la música de manera profesional, empezó tocando en salones de baile y cuatro años más tarde ingresó a la Sinfónica Nacional.
“Me llamaron de un grupo que se llamaba Jaque Mate y toqué con ellos, durante 7 años; después con Karibú, por 8 años. ¿Por qué? ¿Porque necesitaba la plata? No. Y esta es la característica más importante para entender por qué soy como soy y por qué existe la Filarmónica. En aquella época, los músicos clásicos decían que los músicos populares eran mujeriegos, borrachos, vividores, no tenían escuela ni ningún tipo de academia, eran “mata chivos”. Los músicos populares, por su lado, decían que los clásicos no tenían “feeling”; que eran un montón de aburridos y no tenían chispa ni talento; que eran muy mecánicos y fríos.
Yo empiezo a hacer música popular con conjuntos, siendo músico clásico de la Sinfónica, o sea estaba en los dos mundos, necesitaba adquirir el “feeling”, para tocar salsa y tenía a Mozart, Chaikovski y Beethoven todas las mañanas en los conciertos. Terminaba de tocar en el Teatro Nacional con mi smoking, los viernes a las diez de la noche y me iba a los salones de baile, me metía al baño, me cambiaba, me ponía los zapatos blancos con pantalón blanco y camisa blanca bombacha de colores;dejaba el smoking en el carro y entraba a tocar. Mis compañeros, a veces, iban y me preguntaban cómo lo lograba. Yo quería romper ese mito y mostrarle a la gente que existe buena música dependiendo de cómo se toque, igual que mala música dependiendo de cómo se toque. Le demostré a la gente que uno podía hacer cosas populares de la más alta calidad y que no solo se es bueno por hacer música clásica ni por hacer música popular se es malo”, afirmó Araya.
Araya aseguró que el nacimiento de la Filarmónica se dio como una forma de democratizar la música, es decir, hacer que la gente que escucha los instrumentos de una orquesta sienta curiosidad por escuchar cómo suena esa,que está acostumbrada a interpretar música clásica, con músicos tocando junto a la Sonora Santanera, Mocedades, Braulio, Armando Manzanero; música de Mark Anthony, tocando con Pavarotti, y haciendo espectáculos de rock, de rancheras, de reggae, etc. Sin embargo, la idea no gustó a todos y varios músicos renunciaron al considerar que no habían estudiado tanto para tocar música de cabaret.
El primer concierto de la Filarmónica fue junto a Armando Manzanero, Araya recordó: “Me costó mucho convencerlo, como ocho meses, porque nadie hacía esto. El hijo me decía que no le interesaba y no me permitía hablar con él, seguro se imaginaba que era pararse frente a la orquesta y cantar sin micrófono “operáticamente”. Un día llamé y me atendió la secretaria, le dije que era la última vez que iba a llamar, que me permitiera hablar con el maestro, entonces me atendió don Armando. Le dije: tengo una orquesta y quiero hacer esto y esto con su música, tengo todo listo, yo hice todos los arreglos, no tiene que venir nadie más. A él le encantó la idea, pero nos indicó que tenía que traer a sus cuatro músicos base, para estar cómodo. Viene al primer ensayo, era el debut de la Filarmónica en el Teatro Nacional, lo pongo con los músicos míos y los de él se sientan. Empiezo a tocar “Contigo aprendí” y, al final de la introducción, don Armando me para y está llorando; me dice que toque otra vez eso para oírlo. Lo había emocionado mucho y le decía a los músicos que vieran y escucharan para que aprendieran”.
La entrada para ese concierto tenía un precio de solo diez mil colones (alrededor de $20) y así se da la segunda parte de la “democratización musical”, que don Marvin tanto impulsa: “La idea mía es que siempre seamos el espectáculo de más bajo costo, a nivel nacional. Yo no quiero que siga siendo elitista, por eso, se llama democratizar la música en todo sentido, el que va es porque tiene interés. La Filarmónica va a tocar todo tipo de música democráticamente, desde rock hasta salsa; de todo”.
En la variedad está el gusto, razón por la cual la Filarmónica ha compartido escenario con grandes artistas internacionales como: Andrea Bocelli, Luciano Pavarotti, Braulio, Dyango, Armando Manzanero, La Sonora Santanera, Jairo, César Pueyrredón, Roy Michael (cantante de Las Vegas que canta igual a Frank Sinatra), Danny Rivera, Milena Rudiferia(cantante lírica austriaca), Pablo Milanes, entre otros; a nivel nacional, artistas de la talla de Malpaís, Suite Doble, Master Key, Por Partes, Gaviota, Vía Libre, Son de Tiquicia, Explosión, entre otros muchos. Además, cientos de cantantes han hecho su debut con esta Orquesta, a nivel amateur, y lo han hecho de manera espectacular.
La Filarmónica como empresa
Luego de 14 años de fundación y trabajo duro, donde Araya tenía que hacer de todo un poco, ser “Zoila” -dice él- ahora sus hijos y su esposa son el centro y motor de esta empresa, que se convirtió en familiar. Ellos manejan toda la parte administrativa, la comunicación y el trato con los músicos. “Yo me siento más tranquilo porque solo tengo que pensar en lo que voy a tocar. La Filarmónica son 74 músicos y en total 135 personas, que trabajan. Es una pequeña empresa exitosa”, señaló el Director de la Orquesta.
Como toda empresa, su construcción y crecimiento es difícil, existen obstáculos por superar y lecciones que aprender, para poder llegar a ser exitoso. Don Marvin, explica que lo más difícil ha sido cambiar la mentalidad de los mismos músicos: “Nosotros no tenemos ninguna preparación empresarial ni administrativa, estamos más acostumbrados a ser emotivos, ser apasionados y tocar hasta gratis; se maneja un ambiente muy relajado en el que se dice que se empieza a tocar a una hora y empezar más tarde. Cuando vienen a la Filarmónica y el ensayo es a las 7pm, es a las 7pm y ha costado que entiendan. Hemos empezado a cambiar esa mentalidad”.
Sin embargo, uno de los grandes factores que ha contribuido, de gran manera al éxito de esta empresa musical, es que quienes trabajan en ella se sienten felices y, en palabras del don Marvin, les fascina estar en la Filarmónica: “Durante 10 años ganaron lo mismo sin subir un cinco el salario, ¿decime cuál trabajador aguanta 10 años? Pero yo no cobraba más caro y no podía pagarles más y a ellos tampoco les importaba, porque el ambiente de camaradería no se consigue en ningún otro lugar. Es un concepto de relación de amigos, se goza, se disfruta, los músicos disfrutan tocando. Además, esas experiencias de tocar siempre a teatro lleno y escuchar los gritos y aplausos emotivos del público, son únicas e invaluables”.
Una vez por mes, por sorteo, un músico se gana una cena en el lugar donde toda la vida la familia ha querido ir y la Filarmónica paga. “Hemos visto la reacción de las familias de cariño hacia la Orquesta y lo hago para que, a la fuerza, pasen un rato en familia, porque yo les quito el papá o la mamá, mucho rato, durante los fines de semana por los conciertos. De igual forma, cuando vemos músicos que tienen muchos años de tocar y se ven muy cansados, los mandamos una semana para la playa con toda la familia. Estamos siempre pensando en ellos, porque somos una familia; en los ensayos, tienen refrigerios y en los conciertos también. Nosotros buscamos patrocinadores para que nos ayuden a darles atención a los músicos, para chinearlos. Es una forma de motivarlos músicos, para que estén felices”, explicó.
Otro aspecto, que les ha generado ese sonido único y especial que todos los espectadores adoran, es que ellos mismos crean la música que interpretan en cada concierto. El Maestro se toma su tiempo para sentarse con el arreglista y describirle exactamente lo que necesita: “Él se va la hace, la crea, toma la pieza original le mete toda la orquestación, escribe los papeles. Llega al ensayo, la escuchamosy la tocamos. No es que compramos las piezas en Holanda, en Inglaterra o lo mandamos a traer porque ya alguien la hizo; nosotros la hacemos de manera que el público, en el concierto,se sienta a escuchar estrenos universales cada noche. Vaya busque en el mundo otra Orquesta que haga eso! La Orquesta Filarmónica es la única en el planeta Tierra, que dedica cada uno de sus conciertos a hacer únicamente música popular de todo tipo y no tocamos música clásica, nunca. Eso le da mucho trabajo a los arreglistas costarricenses, pues tenemos cantantes nacionales; una orquesta costarricense en una producción costarricense, entonces no hay competencia en ninguna parte”.
Después de tantos logros, posicionamiento nacional y trabajo duro por forjar esta empresa, Araya considera que el siguiente paso es llevar la Orquesta Filarmónica, a nivel internacional: “Ir a Guatemala, Honduras, Panamá, México, Italia, Francia, etc., y que la gente se vuelva loca en nuestros conciertos. No estamos planificando nada, esos viajes vendrán, es una obligación. Tenemos 14 años de bagaje y un espectáculo de primer nivel, así que ojalá nos inviten”, señaló Araya.
Un consejo para los músicos.
En Costa Rica y en muchos otros países, se tiene la idea de que no se puede vivir de la música, porque no es una profesión que genere rentabilidad ni ingresos importantes para una persona. Sin embargo, Marvin Araya demuestra que esto no es así y les envía una recomendación a todas aquellas personas, que tienen este talento y desean hacer una profesión de la música:
“La única manera es sentarse y pensar en darle un sonido, una musicalidad, un concepto, un producto que la gente entienda y diga “Ah es que este grupo lo toca así y, le ponen una vida y una pasión en el escenario que se ven que están gozando”. Cuando quieren simplemente ganar plata porque tocaron y ya cumplieron, eso no da resultado; no basta con solo tocar. Tocar, cualquiera toca. La diferencia entre un buen músico y un mal músico es que un buen músico piensa cuando toca, un mal músico solo toca. Cuando vos pensas que te están viendo, que te están oyendo y empezas a transmitirles emoción, un sonido interior, busca ofrecerles algo que nadie más les ofrece; eso no se compra, hay que trabajar por eso, hay que prepararse, hay que aportar el concepto. No se puede esperar que la gente los apoyen por ser artistas nacionales, hay buscar que los apoyen porque son muy buenos, esa es la diferencia. Hay que reinventarse, generar nuevas ideas, no quedarse en la zona de confort”.
Por: Lic. Jennifer Pazos M. -Periodista